Radioactividad, marketing e inteligencia artificial

A partir de la década de 1910, el radio era más que una panacea médica. Agregar radio a cualquier cosa de alguna manera lo hacía mejor. El elemento químico se utilizó en productos para el hogar, lápices labiales, chocolate (en Alemania), tónicos y relojes.

El radio se convirtió rápidamente en una verdadera fuerza de marketing. Los productos que no tenían nada que ver con el radio llevaban el nombre del metal para agregar atractivo.

Ha pasado más de un siglo desde entonces y desde hace algunos años asistimos a un fenómeno muy parecido al del radio, la inteligencia artificial.

A diferencia del radio, la inteligencia artificial no produce enfermedades cuando se utiliza mal. Pero salvo por este detalle, su estado actual se parece mucho al del radio en los inicios del siglo XX.

La IA se ha convertido en una de las principales tendencias dentro del mundo tecnológico. Se han invertido en este campo miles de millones y debido a ello han surgido infinidad de nuevas empresas alrededor del mundo para crear aplicaciones utilizando IA.

Se ha dado tanto bombo a la IA que cualquier empresa que no anuncie que usa IA en sus procesos parece cavernaria y dedicada al arte rupestre. Pero, ¿qué sucede cuando se da más énfasis a la herramienta que al producto, al medio que al fin?

La industria de la IA está rota. Obviamente hay claros ejemplos de uso excelentes de esta tecnología, pero cada vez es más difícil diferenciarlos de los que solo giran en el bombo publicitario.

Algunos de estos ejemplos son de sobra conocidos. Facebook y Google han utilizado IA durante años para mostrar los anuncios óptimos aprovechando los datos que extraen de cada usuario. Spotify y Netflix la usan para recomendar contenido a cada cliente según sus preferencias. En el ámbito médico cada vez hay más avances para la ayuda al diagnóstico, etc, etc, etc.

Hay cientos de ejemplos más y, como se puede ver, la IA puede ofrecer un valor real cuando se aplica correctamente, sin embargo, estamos empezando a ver un escenario en que prácticamente todas las empresas están integrando IA solo por el hecho de decir que la utilizan y obtener así ventaja competitiva. ¡Hasta anuncian cepillos de dientes con IA!

Con tanto dinero en juego, tanto en financiación privada como en ayudas públicas, la industria ha perdido el rumbo. Aprovecharse de la imagen hollywoodiense que tiene el cliente de la IA sólo genera expectativas y expectativas que al final no se cumplen.

En esto hemos participado todos los que nos dedicamos a esto. De manera bien o mal intencionada se ha conseguido un hype que no se corresponde con la realidad y ahora es trabajo de todos desmitificarla.

La IA llegó para quedarse y, como el radio, depende de dónde y cómo se utilice puede ser muy beneficioso o muy perjudicial. Guardando las distancias, por supuesto, de momento la IA no ha matado a nadie por ponerla en un cepillo de dientes.

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